Lo siento pero no puedo. No te puedo decir que soy feliz viéndote junto a él. Lo único que se me ocurre en estas circunstancias es poner en duda todo lo que he leído y escuchado hasta el momento. No me creo que nadie sea feliz viendo a quien quieres, a quien amas, a quien deseas, con otra persona, por muy feliz que la persona amada sea en el regazo de ese impostor.
El mero de hecho de pensar que, seguramente, en este preciso instante, tú estás con él, en pensamiento, palabra, obra u omisión, hace que no pueda tener ningún tipo de concentración en mis tareas. Me impides pensar, me impides escribir, me impides hablar.
Me impides vivir.
No puedo estar conforme sabiendo que duermes en su ombligo. No puedo estar contento sabiendo que respiras y asfixiarías por él. No puedo estar complacido, obviando los hechos, no puedo.
Para mí es cuestión de supervivencia. Tus besos son condición necesaria y suficiente para mi existencia.
Socorro.
Una mano amiga sirve de poco cuando el deseo es la mano amada,pero es imposible no tenderla despues de una llamada de auxilio tan familiar.
ResponderEliminarSi,todos alguna vez hemos gritado socorro así,a algunos les escucharon a otros les ignoraron...lo mejor de todo es lo liberador del grito...gritalo y asi seras escuchado.
Las manos amigas siempre se agradecen. Son las únicas en las que puedes confiar ciegamente.
ResponderEliminar