lunes, 28 de febrero de 2011

Tiempo

Hace tiempo que no me paso por aquí. Debe de ser que hace tiempo que no siento nada. Y me preocupa.

viernes, 11 de febrero de 2011

Tribus urbanas

Nos pasamos la vida buscando a nuestros iguales. Gente con la que hacer grupo, que reafirme nuestras ideas sin cuestionarnos ni el como ni el por qué. Entonces, guarecidos en la cueva grupal, nos sentimos identificados con esos semejantes que, a su vez, se sienten identificados con nosotros mismos en una suerte de comodidad recíproca. Yo sé lo que tú sientes, y tú sabes lo que yo siento. Nos sentimos cómodos, y no vemos la necesidad de comparar, de contrastar, de debatir y, en el fondo, de comprender que hay otras maneras de sentir y vivir igualmente válidas.

En la búsqueda de nuestro pequeño grupo gastamos grandes cantidades de energía y diversas comidas de cabeza. Nunca pensamos que quizá, sólo quizá, en la variedad esté el gusto, como dice el refrán, y que haber pertenecido a varios grupos sea mucho más enriquecedor. Que la gente, al verte, no te clasifique rápidamente, sino que puedas encajar en todos sitios y en ninguno a la vez. Que la contradicción sea tu manera de vivir.

Todo esto se puede extrapolar a la búsqueda de esa persona especial. Vamos, lo que los entendidos llaman “pareja”. Si acabas con alguien demasiado parecido a ti, es muy probable que acabes aburrido de hacer lo mismo de siempre. Lo interesante es que llegue alguien tan diferente a ti que te muestre cosas nuevas. Lugares nuevos, música nueva, sentimientos nuevos. Y tú, después de haber sembrado esa polivalencia, recoges los frutos pudiéndote adaptar a todo, pudiéndote adaptar a ese ritmo. ¿Captas por donde voy?

Lo bonito que es encontrar a alguien inesperado que te ofrece cosas originales, inéditas. Que te hace abrir los ojos para enseñarte que la vida tenía más colores de los que pensabas. Que te saca de la rutina de tu aburrida tribu urbana.

Las piezas que encajan nunca son iguales, sino complementarias. Ese es el punto.

lunes, 7 de febrero de 2011

Himno

Esto no sé como definirlo. Bueno sí. Me han encargado componer una letra para el himno del Club Deportivo Algar, y me ha salido esto (próximamente, con música, pero eso no depende de mí):


"Cuenta una gran y vieja leyenda
que a principios de los años treinta
surgió tu pasión primera.

Estandarte de toda la comarca,
paseas tu escudo con gran orgullo,
el carácter de tu pueblo te marca,
tus victorias, honradas por el mundo.

¡Algar!
¡Algar!
Luchando siempre con ardor,
sin dar por perdido un solo balón.

¡Algar!
¡Algar!
Siempre caminando hacia la victoria,
gritando tu nombre con euforia.

¡Algar ¡Algar! ¡Algaaaaar!

Con once jugadores en el campo
llevando camiseta rojiblanca,
con tu afición en la grada animando,
esta victoria nunca se escapa.

Ya están saliendo todos los leones,
para jugar en el Sánchez Luengo,
coraje algareño con dos colores:
rojo de tu sangre y blanco de tus sueños.

¡Algar!
¡Algar!
Luchando siempre con ardor,
sin dar por perdido un solo balón.

¡Algar!
¡Algar!
Siempre caminando hacia la victoria,
gritando tu nombre con euforia.

¡Algar ¡Algar! ¡Algaaaaar!"

martes, 1 de febrero de 2011

Señales

Cuando la imposibilidad provoca frustración,
cuando la frustración provoca angustia,
y cuando la angustia se transforma en miedo,
es una señal.

Cuando en la ausencia está más presente que nunca,
cuando querer olvidar significa no poder olvidar,
cuando por más que intentas acercarte te acabas alejando,
es una señal.

Cuando piensas más en qué estará haciendo que en qué vas a hacer tú,
cuando miras más su foto que tu estampa en el espejo,
cuando un "no" de su boca es el fin del mundo,
es una señal.

Es una señal, amigo, de que estás coladito por sus huesos...