jueves, 14 de julio de 2011

La luna de Valencia

Hace tiempo que vivo en la luna de Valencia,
colgado de un sueño que, a fuerza de perseguir
he terminado por atrapar, o que me ha atrapado a mí.

Desde aquí arriba veo como son las cosas ahora
y como eran antes, tan diferentes, tan distantes,
tan incompletas cuando tú no estabas,
tan increíbles ahora que te asomas por mi vida.

Es por ello que el miedo está latente,
ese miedo primitivo a estropear algo tan maravilloso,
por una palabra que nunca debió salir de mi boca
o por la que nunca me debí guardar.
Por algún acto de estupidez supina
o por alguna omisión ladina.

Pero lo mejor de estar perdido en la luna de Valencia
es que tú estás conmigo en ella,
iluminando el cielo con tus azules ojos
más que el blanco satélite,
que mengua y crece en un premeditado intento
de que deje de prestarte atención. Pero no puede.
Nada puede impedir que sólo tenga ojos para ti.
Ni siquiera la luna de Valencia, princesa.