No sé por donde empezar. Lo único que sé es que no quiero pecar de mojigatería sensiblona, aunque no sé si podré. No sé, no sé, no sé: dudas, indecisión, porque hoy me han desarmado y me han tirado abajo los esquemas. Bueno, mejor dicho, lo han vuelto a hacer. Además, me he acostumbrado a plasmar el lado más oscuro de las cosas y me puede resultar difícil tanta luz como la que he recibido hoy. Mis ojos no están acostumbrados y mi cerebro atenúa la verdadera dimensión. Pero empezaré desde el principio.
Uno llegó por estos lares sin intenciones marcadas ni rumbo fijo en ningún sentido. Afortunadamente, estoy cumpliendo sueños y metas que tenía desde pequeño. Estoy trabajando de lo que me gusta y donde me gusta y, sobre todo, me está permitiendo conocer a gente maravillosa, de todas condiciones, que me están haciendo el camino más llano. Si la vida pone a cada uno en su sitio, le he caído muy bien a alguien con muchas influencias, porque me está poniendo en un sillón muy cómodo. Y luego, se da la circunstancia, de que la mayoría son mujeres... y qué mujeres ¿Qué mas puedo pedir? (aquí se permite el comentario socarrón del día).
Cuando encuentras personas así, y permitidme la exageración, la vida cobra otro significado. Bueno, perdón, cobra significado, así a secas. Perfectos desconocidos unos meses antes que, a la mínima, te sorprenden con regalos y alharacas, aunque lo esencial es lo que eso demuestra. Un regalo, sólo por lo material, no tiene ningún valor, ya que no deja de ser algo superficial. Lo que los hace especiales y queridos es saber que para llegar a ese punto, primero, esas personas han tenido que pensar en ti; y segundo, se han tomado unas molestias que no se habrían tenido por qué tomar. Se han preocupado por hacerte feliz, y eso es lo más grande. Es este tipo de gente, la que depara los pequeños instantes de felicidad en el día a día, la que te hace sentirte como en casa en un lugar donde, hasta hace bien poco, eras un extranjero más llegado entre turistas guiris.
Acostumbrado a ser parco en celebraciones, este ha sido uno de los cumpleaños más austeros – el deber manda – pero seguro que será uno de los más recordados. Ana, Andrea, Alba, Rosa, Paloma, María: gracias. Gracias porque esta noche no me puedo quitar esta sonrisa tan tonta.
Por cierto, no he sido capaz de cumplir mi objetivo. Dejemos de lado el pasteleo, que me estoy empachando con tanta azúcar y pasemos a la acción: esto hay que celebrarlo. Habrá que juntarse durante el verano cuando toda la vorágine de trabajo y exámenes pase para celebrar que estamos vivos, ¿no? Que hace mucho tiempo que no pasamos un rato agradable juntos.


